En España, la década de los 80 representa sin duda un fenómeno cultural de gran importancia. Como madrileño, y con familia madrileña, no podía permanecer ajeno a ello. Principalmente fue la música el gran componente de ese fenómeno, pero también lo fue el cine, la televisión (con su contagiosa y efectiva publicidad) o la literatura.
En mi en cambio, debido principalmente por mi edad y por mi afición por los juegos/ordenadores desde pequeñito estuvo marcada por la llegada de muchos títulos a mi videoteca que marcarían mi infancia.
Recuerdo como si fuera ayer el ir con mis padres al extinto Centro Mail, al de Santa María de la Cabeza en Madrid. En el asiento de atrás del coche, con el catálogo de ERBE viendo que gran juego podría comprar. No podía comprar cualquiera, debía ser uno asequible, ahí aprendí mis primeras nociones de economía, debía fijarme en los que ponía 99 ptas. Afortunadamente eran muchos, pero no eran los mejores.
Los mejores eran los «de caja grande» y esos no eran tan fáciles de conseguir, me costaba mucho más convencer a mis padres de hacer el esfuerzo. Había dos grandes tendencias, igual que hoy día tenemos Coca Cola o Pepsi, McDonalds o Burger King, Cola Cao o Nesquik. En su día, era Sierra o Lucasarts. Los de Sierra parecían mejores pero me fijé en uno de Lucasarts por su temática: los piratas. Elegí The Secret of Monkey Island. Para los rigurosos, ya no eran los 80, sino 1990 😉
Y no me equivoqué, pasé momentos muy buenos con él, intentando resolver los misterios y aventuras de un personaje con un nombre tan estúpido como Guybrush Threepwood. Me desternillaba de risa, me desesperaba a veces, me emocionaba siempre. Crecí pensando que el grog era una bebida inventada por un tipo que se hacía llamar Ron Gilbert y que sin duda debía ser importante por cómo salía en los créditos. Y también crecí pensando que si algún día me encontraba en apuros con alguien no deseado, siempre podría decirle «Mira detrás de ti, ¡un mono con tres cabezas», y poner pies en polvorosa. Recuerdo que cuando lo acabé, me seguí enganchando a los videojuegos anteriores del mismo estilo, los míticos Maniac Mansion, Loom o Indiana Jones.
Han pasado 25 años desde la publicación del juego. Ahora sé muchas más cosas, que el grog existió (pero no derretía la jarra), que los monos de tres cabezas no existen y que Ron Gilbert fue el que programó y dirigió el equipo de desarrollo del juego. También se algo más de los piratas, un tema que me sigue fascinando y que cada vez que leo o veo algo relacionado, la mente me lleva a mi infancia y a la isla del mono.
Ron Gilbert tiene un blog personal donde va contando sus historietas, se llama Grumpy Gamer. Es muy recomendable por ver fotos como las de este post o por saber anécdotas como que para enviar el juego desde Estados Unidos a Europa le pedían el favor a viajeros normales que estaban a punto de tomar un vuelo, ¿cuánto hubiera pagado por haber tenido en mis manos el código original del juego?
Así que sirva este post tanto como agradecimiento como felicitación al juego y a sus creadores.