Acabo de leer el libro «El último merovingio«, de Jim Hougan (Nueva York, 1942). La verdad que lo cogí con mucho temor porque me conozco, conozco mi aprensión por aquellos best sellers conspiracionales donde se juega con la historia sin piedad, pero llevaba semanas viviendo en un hotel, sin ningún libro que leer y la falta de lectura me provocaba cada vez más enfados.
Afortunadamente un compañero lo solucionó prestándome este libro por lo que quisiera o no, debía leerlo antes de devolverlo.
El libro narra las aventuras de Jack Dunphy, un agente de la CIA que de repente pasa de estar activo en la agencia a hacer tareas rutinarias de oficina, muy lejos de lo que él desea. La razón es la sospechosa muerte de un profesor de psicología al que Jack, siguiendo órdenes de la agencia, había pinchado el teléfono. Sin entender muy bien por qué le relegan a la monotonía de la oficina empieza a indagar más de la cuenta, hasta que se ve metido dentro de la trama que hay tras el profesor y de la cual no puede salir sino es continuar indagando qué es lo que sucede, aun a riesgo de perder su vida.
Novela policiaca, con chico malo, chica guapa, espionaje, peleas, conspiraciones y mezclado con un título relacionado con algún pasaje de la historia suele funcionar a nivel de ventas. Se ve que se vendió bien el libro en su día, es un libro que se lee fácil y se hace ameno, aunque para mi gusto, no pasará a la historia de la literatura.
En mi opinión, lo mejor es que la parte real del libro, la relativa a los merovingios aparece muy poquito en la trama y sólo se usa para darle algo de sentido al final, pero no es algo nuclear. Y eso es bueno, porque hay errores e invenciones bastantes grandes en la poca carga histórica que tiene el libro, quizá es algo buscado para que el lector pueda diferenciar qué ocurrió y qué no ocurrió. O quizá son solo eso, errores, y personalmente pienso que afean.
Como curiosidad añadir que el libro originalmente se llamaba «Kingdom come«, y que posteriormente en vista del éxito internacional que tuvo lo renombraron, de forma acertada pienso, a «The Magdalene cipher» y que al traducirlo al castellano se quedó en «El último merovingio«, de forma menos acertada esta vez.