De un tiempo hacía aquí, en el mundo de las aplicaciones tanto en entorno web como en dispositivos móviles se ha disparado el uso del icono hamburguesa en sustitución de un icono menú.
Para quien no lo conozca, el icono hamburguesa, que es una traducción literal rara de su nombre en inglés (hamburger icon), es ese icono con 3 rayitas paralelas que suele contener las opciones de un menú (sin ir más lejos, este blog tiene uno en la parte superior). Este icono no es nuevo, ¡tiene ya más de 30 años! Fue creado alrededor de 1981 por Norm Cox, un diseñador de interfaces que por entonces trabajaba en el innovador diseño de Xerox Star, una de las primeras aplicaciones de escritorio con interfaz gráfico (ventanas, ratón, iconos, etc.) y que contenía diferentes opciones de la aplicación, muy similar a hacer click con el botón derecho actualmente.
Pues a pesar de la popularidad, parece que aún no todos los usuarios están familiarizados con él, y en términos de conversión, sigue siendo más productivo el usar la palabra MENU que el icono de las rayitas, hay tests A/B que han probado esto.
El problema que se debate muchas veces con este icono no es tanto si es más productivo que «menú» sino que muchas veces esconden demasiadas opciones. Opciones que a menudo quedan olvidadas por el usuario, que no es habitual el estar desplegando para ver qué opciones existen, y aunque haya alguna de utilidad posiblemente la deje de utilizar por no tenerla a la vista. En estos casos, lo mejor suele ser dejar a la vista las opciones habituales (y potentes) de la aplicación, y esconder las menos comunes dentro de una hamburguesa para los usuarios más avanzados, y en ese caso, no tenemos únicamente ese icono, sino que tenemos más posibilidades: podemos usar una flechita hacia abajo, la palabra «más», el símbolo de la suma, los puntos suspensivos y seguro que muchos más.
Nos podemos poner tremendos pero en una aplicación, todos los detalles cuentan, del usuario depende que nuestra aplicación tenga o no éxito, ellos marcan la pauta de lo buena o mala que es una aplicación. Por muy popular que sea algo, hay que plantearse si de verdad nos interesa y no hacerlo por ir a la moda.
Y ya que ha salido el tema, lo importante de esto es siempre comprobar la efectividad y en estos casos, los test A/B son perfectos para enfrentar las opciones y decantarse por la más productiva, que en definitiva, siempre queremos que nuestra aplicación sea lo mejor y más útil posible. Este objetivo nunca pasa de moda.